No hemos sido abandonados,
aún en nuestra sensación de abandono.
La trascendencia no
existe sin la inmanencia. La iluminación no existe si no es tibia y
salvaje, pegajosa, dificultosa, y también humana.
La conciencia
no existe si no está radicalmente ENAMORADA de esta maravillosa
forma física.
La No Dualidad no existe si no es una relación
de amor tántrico con el caos de la dualidad.
No existe el amor
divino sin el amor humano.
Siento que la vieja
espiritualidad está desmoronándose, la espiritualidad patriarcal
que suprime lo femenino, culpabiliza al cuerpo y a su sensibilidad, a
su sexualidad, y a su más profundo sentimiento.
Algo nuevo está
emergiendo, o más bien, una verdad eterna está siendo redescubierta
ahora.
Somos perfectamente divinos en nuestra imperfecta
humanidad.
La iluminación no erradica nuestra extrañeza,
nuestro humor, nuestra vulnerabilidad; simplemente convierte todo
esto en algo tremendamente sagrado.
¡Permitamos que la
vergüenza por nuestros anhelos humanos, necesidades, fisicalidad y
sensualidad termine!
Permitamos que la espiritualidad no sea
otra cosa que una celebración de la integridad de nuestra completa
ruptura.
¡Permitamos que nuestra fragilidad se convierta en nuestro poder! Permitamos que los dogmas colapsen bajo nuestros pies.
Permitamos que el momento sea el maestro.
Permitamos que nuestro gurú sea la canción de un pájaro, el ruido del tráfico de la mañana, la caricia de un amigo, el cosquilleo de nuestro abdomen; el atardecer y el amanecer, el océano y la luz: la vida, la vida, la vida.
Permitamos que los libros sagrados se disuelvan en un nuevo y fresco momento.
Permitamonos inclinarnos a lo cotidiano, lo común; postrémonos ante eso.
No existen expertos, aquí
en nuestro corazón.
Te hago un regalo: un nuevo mundo.
– Jeff Foster
Ilustración: Keli Clark